Cerca de un árbol

No lo encontraba por ningún lado. Se suponía que tenía que ter a un Luchador como compañero... ¿O era al revés? Ahora mismo tenía mucho lío en la cabeza, y total, esas cosas me machacaban mucho el cerebro.
Empecé a pensar en todas las personas con las cuales me había encontrado, y, ahora que lo pensaba, ninguna de ellas tenía orejas. ¿No sería un error el que yo esté aquí? Yo tengo orejas, soy un Neko, y no pinto nada aquí con tantas personas tan... extrañas.
Suspiré largamente. Me fijé en un árbol que estaba cerca de mí, y me senté en una de sus raíces. El árbol era un tanto grande y, para mi gusto, ciertamente hermoso.
Cerré los ojos y respiré el aire que me rodeaba.

Miré en dirección a donde provenía la voz. Era una chica bastante madura físicamente hablando, y tenía una pose que se me antojó despreocupada.
Definitivamente, no pinto nada aquí.
-S... Sí. -Titubeé.

Asentí con cierto pesar. Me costaba un poco entender cómo ella podía haber adivinado lo que pensaba. Se la veía tan segura y tan serena, que le resultaba difícil pensar que podría adivinar ella sus pensamientos porque lo viviría en algún momento de su vida.
-La verdad es que sí... no encuentro mi lugar en este sitio, y las personas que conozco son... son diferentes a mí.

Desvié la mirada hacia la hierba que se cernía sobre mis pies. La respuesta era simple, concisa, pero a la vez, muy difícil de confesar.
-Ambos aspectos. -Dije al fin. -Todos sois... guapos. -Susurré. -Y decididos... yo no tengo tanta decisión en mis actos.

Suspiré.
-Mis orejas hablan por mí misma.
Esa era, según mis antiguos compañeros de clase, mi maldición. Unas orejas preciosas, sí, pero orejas al fin y al cabo. Nunca había tenido ninguna relación con ningún chico, ni con ninguna chica. Descubrí cosas sobre mi persona a medida que me di cuenta de mis reacciones, pero no por contactos físicos.
-Bueno... espero al menos conseguir más seguridad... Yo creo que no tengo nada de especial. -Musité. -Creo que, más bien, me han escogido por error. Aparte, no creo que sirva para... para Sacrificio.

Mi cuerpo se tensó de pronto, y giré bruscamente la cabeza para mirarla directamente. Abrí los ojos con fuerza y me tomé sus preguntas realmente en serio.
-Pues... yo... -Me mordí el labio inferior, y volví a desviar la mirada, nerviosa. -Creo... que para eso... tendría que estar en ese mismo momento. Realmente no aprecio con todo mi corazón a nadie, puesto que no he tenido una vida demasiado social. Y en cuanto a mis miedos... no lo sé... puede que sí, pero a lo mejor soy demasiado... débil. -La última palabra la dije a modo de derrota.
Abracé mis rodillas, y comencé a mover la cola.

La miré, y en un acto reflejo, me levanté y corrí hacia donde estaba a punto de caerse a toda velocidad. Al haber estado cerca de ella, no me costó mucho llegar, extender los brazos y, finalmente, cogerla.
Me costó un poco sostenerla, así que caí de rodillas.
-Ay... ¿Estás bien? -Murmuré.

Me quedé con la boca abierta. ¡En realidad se había tirado! No me lo podía creer.
Me sacudí las rodillas, y luego me la quedé mirando largo rato.
-Querías matarme del susto, ¿no es así?

Me quedé mirando al suelo. Gracias a esta chica estaba comenzando a entender un poco mejor toda esta historia sobre los Sacrificios y los Luchadores.
Le dediqué una sonrisa amplia.
-Me llamo Edwina. Gracias por hacerme entender más o menos toda ésta historia... y sí, ya veo que tengo algo de "agilidad mental". -Sonreí.

Asentí y le cogí la mano.
-Ya veo que, si sigo pensando negativamente, acabarán rebanándome el cuello.
Sonreía mientras pronunciaba esas palabras, pero en cuanto salieron de mis labios, éstos enmudecieron, y me aparté un poco de Jane, sobrecogida.
-Por cierto... ¿Por qué estoy aquí? ¿Qué es todo ésto? ¿Qué objetivos tienen?

Balbuceé cosas que no tenían mucho sentido. Luego me serené un poco e intenté hablar con coherencia y sin decir estupideces.
-A ver... es decir... ¿Soy especial? ¿Y mi compañero también? -Eran preguntas retóricas, así que las eludí. -Entonces... mi compañero... es especial... -Suspiré largamente. -Tal vez no nos llevemos bien.

Parpadeé varias veces.
-Así que tu Sacrificio es Hikari... ¿Y cómo es? ¿Os lleváis bien?
Me volví a sentar para estar más cómoda. La verdad es que me sentía tranquila hablando con Jane.

Respiré hondamente. Sus palabras eran sabias, y temía no estar a la altura.
-Comprendo... Pues parece una persona adorable, según tu tono de voz dirigido hacia ella. -Sonreí.
Desvié un poco la mirada, y luego se me vino a la cabeza otra pregunta.
-¿Qué estudiamos? ¿Sólo peleas y cosas de ese estilo, o también damos... matemáticas?